La declaración cristiana sobre reanimación cardiopulmonar (RCP) aborda tres preguntas fundamentales. Primero, discute si el médico tiene el derecho u obligación de usar respiración artificial en casos de inconsciencia profunda. La respuesta destaca que el médico tiene el derecho, pero no la obligación, a menos que sea el único medio para satisfacer otro deber moral cierto. Los derechos y deberes de la familia dependen de la voluntad del paciente, y si la RCP se percibe como una carga inaceptable, la familia puede lícitamente insistir en su interrupción.
La segunda pregunta aborda si el médico puede retirar el aparato respiratorio antes de la paralización definitiva de la circulación y la validez de la extremaunción en ese contexto. Se destaca que la extremaunción es válida si se administra después de la paralización definitiva, siempre que los médicos consideren dudosa la separación alma-cuerpo. La Iglesia permite administrar el sacramento bajo ciertas condiciones, respetando el signo sacramental.
La última pregunta aborda cuándo la Iglesia considera a un paciente inconsciente como «muerto». La respuesta indica que esta evaluación no es competencia de la Iglesia y debe basarse en consideraciones médicas y éticas. La declaración concluye estableciendo que la RCP es lícita pero no obligatoria en casos de inconsciencia profunda, los derechos y deberes familiares dependen de la voluntad del paciente, la extremaunción es válida bajo ciertas condiciones médicas, y la Iglesia no especifica un momento preciso para declarar la muerte en casos de inconsciencia profunda.